domingo, 22 de mayo de 2016

Música.

Al hablar de música, siempre, de forma automática, nos vienen a la mente diferentes instrumentos y voces hermosas capaces de dar luz a la vida. Sin ser conscientes de que en cada rincón de nuestro recóndito mundo hay lindas melodías. Desde en el taconeo de unos zapatos cualquiera hasta en la lluvia con la que de vez en cuando el mundo nos obsequia.
La canción más bonita que podemos escuchar es un “te quiero” dicho con el alma.
También solemos olvidar los silencios, esos silencios colmados de pensamientos y sentimientos, que alimentan nuestros espíritus más que cualquier solo de guitarra.
Vivimos en un concierto de sonidos, olores, imágenes, versos... Arte. Y nosotros somos un folio en blanco que ha de ser utilizado para transformar este lugar en un sitio más bello.

sábado, 21 de mayo de 2016

<3

Nuestras manos apegadas como versos de Neruda, recordaban a la vida la unión entre hombre y tierra.

viernes, 20 de mayo de 2016

Gélido corazón.

Corazón frío y oscuro, que ni ama ni teme, ni llora ni ríe. Eras movido por su cálido aliento, sus sonrojadas mejillas y su aroma a primavera.
Pero una noche se esfumó, como las migas de pan que tras alimentar a las hambrientas palomas viajan al olvido.
Las flores que poblaban los prados perecieron, y vistes de negro desde entonces, rememorando la magia con la que logró rescatarte de la miseria.

jueves, 19 de mayo de 2016

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Quiero besar tu frente y las lágrimas que recorren tu cara.
Quiero abrazar tus pesadillas, tus temores más ocultos y tus curiosas manías.
Quiero recordarte que no estás solo y que mi hombro te añora.
Que con paciencia y constancia todo se puede.
Que no te dejes vencer por la nostalgia.
Que los recuerdos son momentos y posibles vidas pasadas.
Que no intentes ocultarlos porque gracias a ellos tus ojos ven de determinada manera.
Que la mayor batalla llevada a cabo es la de vivir en armonía con uno mismo.
Que la paz no llegará sin que antes des guerra.
Que hay muchas formas de dar guerra y no en todas ellas se precisan armas.
Que las palabras son más valientes que los puños fuertes.
Que sólo serás libre cuando comprendas quién eres.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Somos.

La vida sólo es una burda representación de aquello que nunca quisimos pero consideramos oportuno.
No vivimos de esperanzas ni actuamos sin cordura (eso sería un desastre).
No gritamos a deshora, ni follamos bajo el viento.
No sentimos como humanos ni pensamos con consciencia.
No escribimos como artistas sino como ovejas.
Somos seres inhabitados, sólo eso, marionetas que caminan con el tiempo de la mano.

lunes, 9 de mayo de 2016

Juan Salvador Gaviota.

Por sus ojos con complejo de ventanas,
Juan Salvador Gaviota extenderá sus alas,
y sólo cuando la más lejana estrella haya alcanzado,
sentirá que su mayor sueño ha llevado a cabo.

Ilimitada gaviota que con su valentía,
liberará a su especie de una lenta agonía,
omitiendo las cadenas que hasta ese día
heridas le producían.

miércoles, 27 de abril de 2016

Ríe cuando quieras, llora cuando lo necesites.

Inspira, espira ¿Y qué más? ¿Relajarme sugieres? Es tan típico siquiera mencionarlo. Estúpida manía la nuestra de rogar lo imposible e ignorar lo realizable. Con lo sencillo que sería mostrar cómo te sientes y no cómo deberías...
Ningún sentimiento es eterno, todo tiene principio y fin, incluso la vida ¿Para qué inundar mis mejillas por problemas superables? Lo solucionas tú y sino el tick tack que coordina tus acciones diarias, porque como bien es dicho “el tiempo todo lo cura”. Además, sino fuera por nuestros errores cometidos no seríamos lo que somos en la actualidad. Es tan bello hallar mariposas en el dolor de un tropiezo... Cuando nos sucede es cuando realmente somos conscientes de lo necesario que es que el cielo se nuble para que pueda alumbrarnos el sol. Que a la tristeza la sigue la alegría, al igual que a las palabras sentidas hermosos poemas. 

lunes, 25 de abril de 2016

¿Qué importa?

No importa si es invierno o verano, si tu silencio es grande o estás gritando.
¿Qué más da la forma de todas las cosas?
Es posible que tu esencia esté cantando.

Se.

Se la flor que adorna la vida,
se la poesía que a tu alma guía.

Niña tierna.

Niña tierna de sonrisa alegre,
estás tan ocupada siendo buena gente,
que te has olvidado de besarte en la frente.

sábado, 2 de abril de 2016

Por primera vez.

Por primera vez sentí que me quería, que sin mí mi vida no tendría sentido. No necesitaba a nadie para sobrevivir, sólo con palparme y saber que estaba ahí era suficiente.

Sentimientos congelados.

De repente se vaciaron las conversaciones y los días se tornaron en años.
La magia se había alejado de nuestros corazones, y no teníamos medios para recuperarla.
Nos expropiamos de nuestras ganas de abrazarnos.
Aquello que antes se hacía pasar por indiferente, agrandó de tal modo que fue imposible de ocultar.
No toleraba las bromas hirientes, ni a las personas que deseaban irrumpir en mi vida privada sin consentimiento.

martes, 29 de marzo de 2016

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Mi madre solía decirme que la vida era bella, que olía a alegría y sabía a libertad, que no éramos conscientes de la suerte que teníamos al poder respirar. Siempre alegaba que la hermosura se encontraba en todas partes, desde en una bonita flor hallada en el parque, hasta en el firmamento estrellado visto desde un lugar en el que la vida rural nos bese la frente.
Es posible que muchas otras gentes piensen del mismo modo, y que a otras tantas logró convencerlas. Pero conmigo resultó complicado. En primer lugar porque conozco de sobra a mi madre, y sé que aunque sea la mujer más desdichada del planeta y lo sepa, lo negará y dirá que es un mujer afortunada. Y esto es así porque el 70% de ella es felicidad con la que colorear los días de las personas que más ama, y el 30% restante una fuerza de voluntad abrumadora. En segundo y último lugar, porque como es lógico, cada uno juzga la vida según su propia experiencia. Yo tengo la mala suerte de no haber podido jamás vislumbrar el mundo con mis propios ojos. Es lo que ocurre cuando naces con ceguera hereditaria. Esto es lo único que dejó para mí la tía Caliandra en su testamento, ya que me repudiaba lo suficiente como para no cederme una ínfima porción de sus riquezas.
Siempre que lloraba a mares por lo inferior que me sentía al lado de los demás, tras reprocharme a mi misma y al mundo lo inútil que me sentía al no poder realizar diferentes acciones sin ayuda, mi madre me rodeaba con sus brazos para ver si así mi llanto se transformaba en un gracias mudo expresado por mi gesto. Muchas veces lo lograba, cuando no, le contaba que vivía al 50%, sin ser consciente de todas las magníficas vistas que presenciaría si pudiera, las sonrisas de las que me encantaría enamorarme y las nubes a las que me gustaría ponerles forma. Cuando al fin enmudecía, mi madre me secaba las mejillas con una servilleta aterciopelada, y después guardábamos silencio, ¿para qué interrumpirlo cuando es el único momento en el que podemos hallar paz?
Hubo una ocasión en la cual mi madre me dijo que le daba demasiada importancia a mi ceguera, que aunque no lo creyese “lo esencial es invisible a los ojos”, como el amor, la amistad... Y que había cegueras mucho más perjudiciales para la humanidad, como “la ceguera espiritual", que lamentándolo mucho la padecían más personas de los que ella misma conocía.
Veinte años más tarde sigo recordando ese comentario como si me lo hubiera hecho hace diez minutos. Al igual que también rememoro aquella tarde de verano en la que la escuché llorar, mientras las baldosas se recubrían de su propia sangre. En ese preciso momento lo comprendí todo, comprendí el motivo por el cual siempre vestía blusas de largas mangas, tenía las piernas repletas de cortes y su cara estaba surcada por unas inmensas ojeras. Al ser consciente de lo que realmente le ocurría creí morir. Mi mamá también era invidente, pero no del mismo tipo que yo. Ella era uno de esos “invidentes de espíritu”. Hacía mucho tiempo que no se quería. Su “yo” estaba situado entre una gigante enredadera con multitud de hirientes espinas, que se balanceaban de forma amenazante en torno a su pertenencia más prescindible y apreciada, su bella alma. Esto es lo que sucede cuando has sido víctima del rechazo de toda tu familia, por concebir un bebé a temprana edad. Ellos le ordenaban que abortara, pero ella les plantó cara negándose en rotundo. Era su bebé, suyo y de su papá. Como consecuencia de haber tomado su propia decisión, fue expulsada de su hogar con su vida recogida en una maleta e infinidad de lágrimas contenidas en su corazón.
Tras un año viviendo del escaso salario que su novio recibía por reparar coches, este decidió abandonarnos por su deseo de ver mundo, liberándose de este modo de la gran carga que suponía ser padre.
Después de escuchar su llanto, tocar la calidad sangre vertida sobre el suelo y curar sus múltiples cortes, la llevé hacia la cama a ver si de esta forma el sueño la envolvía.
Limpié el cuarto de baño en su totalidad y retiré todos los objetos con los que podría infringirse algún tipo de daño.
Uno de los pocos puntos positivos de mi ceguera, además de querer a la gente por su personalidad y no por su aspecto físico, es el poder orientarme con gran facilidad. Ya que al ausenciarse uno de los sentidos, todos los restantes se agudizan.
Mi mamá estuvo con tratamientos durante los cinco meses siguientes. Con el transcurso del tiempo iba mejorando paulatinamente. Cuando ella reía, sentía que yo era la persona más afortunada del mundo. Aquellas tristezas de hace tiempo ya no tenían lugar en mi vida. Los pájaros de la calle, con su canto, añadían más alegría al hogar. Sin embargo, en ocasiones sentía temor, ya que estas carcajadas, al igual que las de hace años lo eran, podían ser fingidas para que no me preocupara por ella.
El 25 de noviembre de ese mismo año, me atropelló un camión a las 4 de la madrugada. En ese instante me disponía a despropiarme de los residuos generados el día anterior. Mientras cruzaba por el paso de cebras un Mercedes dando tumbos me aplacó. Mi vida se desmoronó.
Durante un largo mes estuve en estado crítico. Mi madre no separó su mano de la mía en este largo periodo. Me aseguraba que todo saldría bien, que venceríamos la situación como siempre hacíamos. Yo no podía parar de llorar y pensar en lo felices que éramos antes de lo acontecido, en como nuestros demonios se habían evaporado y materializado nuevamente en cuestión de días.
Los días grises hasta el 10 de diciembre se tornaron negros por mi repentino coma.
Os hablaría respecto al periodo que perduré encamada, víctima del mismo. Pero de este apenas conservo dato alguno.
Sólo en circunstancias como estas somos conscientes de lo poco que hemos vivido en realidad y de la fugacidad de la vida. De lo complejo que resulta el hecho de que nos indignemos por los acelerones que propina nuestra existencia, las burdas disputas a las que nos enfrentamos constantemente, las traiciones que realizamos y que sufrimos, en lugar de gozar de experiencias tales como pasear al aire libre, amar, gritar al cielo tus temores, contemplar la felicidad en todo su esplendor. Ya que aunque muchas veces esté escondida y nos cueste localizarla, siempre hay una pizca de sonrisas sinceras, te quieros mudos y motivos por los que vivir.
El 10 de enero me desperté, abrí los ojos y grité, grité como nunca antes lo había hecho ¿Cómo no hacerlo? Llevaba toda mi historia en este mundo viendo sólo un color, y ahora eran muchos los que se presentaban ante mi. También pude observar ocho rosas posadas al lado izquierdo de mi rostro. Eran tan hermosas que mis ojos comenzaron a desprender lágrimas de la emoción.
Me levanté de la cama lo antes que pude, y comencé a correr como siempre quise y nunca me atreví por los posibles accidentes que podrían producirse. Miré todo cuanto mi vista me permitía. Cada uno de los rincones poseía algo especial y miles de historias que narrar.
Seguía sin creérmelo ¿Cómo había sucedido? ¿Se trataba de un milagro? Necesitaba buscar a mi madre y decírselo.
Le pregunté a una enfermera por ella, me respondió que en un par de horas vendría a visitarme. Una significativa sonrisa pobló mi tez.
Me dirigí al servicio para comprobar en un espejo si era tan bonita como decían.
Al observar mi reflejo quedé petrificada, no por mi belleza descubierta por mi recientemente, sino porque al ver mis ojos en el reflejó lo comprendí todo.
Me lo confesó mi corazón y las cristalinas lágrimas que resbalaban por mis mejillas.
Empecé a llorar tanto, que el blanco de mis ojos se coloreó de rojo, al igual que mi cara. Me acurruqué junto al inodoro y me susurré a mi misma entre sollozos:
“Mi mamá me regaló un marumito”.

lunes, 21 de marzo de 2016

Primavera.

Ya es primavera y tú floreces cual rosa deseosa de colorear la vida, arrebatándome la cordura y otorgando libertad a mis encadenados versos.

jueves, 25 de febrero de 2016

¿Por qué me gusta cantar?

En ocasiones me preguntan cuál es el motivo por el que me fascina cantar.
He pasado mi infancia sintiéndome ínfima e innecesaria, como una gota de agua en el más caudaloso de los océanos. Sin cualidad alguna que resaltar ni motivos por los que recordar. Apresada entre las frívolas garras de una sociedad cerrada de mente y dañina, en la que sólo los más fuertes tenían derecho a sobrevivir. Llorar era de débiles, y ser diferente el pecado más atroz que podías cometer.
Cuando sufría acoso escolar me sentía inmensamente sola, y las canciones que profería eran mi única compañía. Al cantar me olvidaba de las desgracias padecidas por mi persona, y por una vez, a lo largo del tedioso día, me sentía lo suficientemente capaz como para sonreír sin necesidad de fingir. Era el refugio más tranquilo que podía hallar, junto con mi imaginación.
Me repetía constantemente “se fuerte, podrás con la situación, derrotarás todos tus demonios” pero poco tiempo después volvía a mí la misma espantosa sensación de siempre.
He vivido toda mi niñez abrazada a mi temor a las alturas, a las heridas que me podía hacer si tropezaba, a las palabras y gestos dañinos, a la soledad, y por encima de todo a sentir demasiado.
Al cantar y soñar, creía tener la capacidad de cambiar el mundo llevando a cabo las mayores rebeliones posibles sin necesidad de empuñar un arma.
Todos aquellos sentimientos que se ceñían a mi corazón, sin tener el valor suficiente como para salir, volaban sin cesar mientras entonaba una canción o imaginaba un mundo en el cual la discriminación y la tristeza no tuvieran cabida.
Un mundo en el que todos fuéramos inmensos.
La vida es la canción más hermosa jamás escrita, y mi voz el valor necesario para combatir contra sus pesares.

sábado, 20 de febrero de 2016

De repente.

Entonces le vi y de repente todos los relojes se apagaron.
Mi corazón comenzó a latir de tal modo que creí que acabaría saliéndoseme del pecho.
No era amor a primera vista, eso solo ocurre en los cuentos de Disney, tan sólo se trataba de las ganas que tenía de besar sus carcajadas y de cogerle de las manos con las que, sin ser consciente, ya me había acariciado el alma.
Sentía que ya lo conocía, que mi persona ya había escudriñado con anterioridad su danzante cordura. Ya había vivido a su lado hacía varios años en una casita situada a las afueras de Atenas. Teníamos un perro color beis que con sus ladridos alteraba a los vecinos de la casa contigua. Lo malo es que tan solo sucedió durante diez minutos. Al desperezarme, al amanecer siguiente, la maravillosa escena se había esfumado. Los sueños que nos alegran la vida deberían ser eternos.
Juro que estos sentimientos que afloraron de mi interior al vislumbrarle, al igual que los recuerdos que acudieron a mi memoria sobre aquel sueño, no fueron a causa de las cinco cervezas que había ingerido aquella noche, ni tan poco de las ganas que tenía de descansar cobijada entre los brazos de alguien que me amase.
De todos modos, opino, al igual que lo haría el mundo entero si lo viera, que debería estar acostumbrado...
Cualquier ser desearía nadar en sus ojos azul océano. En ellos residía el reflejo de la eternidad, la historia más majestuosa jamás narrada y el sentido de mi vida.

viernes, 19 de febrero de 2016

¿Qué nos ha pasado?

Me sentía inmensa sólo con tenerte a mi vera.
Destruyendo la soledad y avergonzando a la desdicha.
Éramos la infancia infinita, rojo sangre y Rock N' Roll de los 90.
Soñábamos despiertos y gritábamos a deshora.
Más inseparables que mi voz y una canción que entonar, que Uri y Viana amándose por toda la eternidad.
Sonoros como tormenta de verano.
Valientes como William Wallace empuñando su espada.
Grandiosos cual mendigos generosos.
Era tu trozo de pan con mantequilla y tú mi bizcocho favorito.
Te quería antes de haberte conocido.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Bailemos.

Chica de gesto triste, ojos húmedos y alegría ahuyentada. Cuando tú sufres el mundo llora y en las calles llueve.
Secaría tus lágrimas con mis cálidos besos.
La lluvia es bonita siempre y cuando tengas el valor de bailar bajo sus aguas.
Tú y yo, siguiendo el compás de nuestros latidos, olvidándonos de las desgracias, de las mentiras pronunciadas por el mundo y sus gentes, de los sentimientos reflejados en vano, de los “te quiero” por educación y los “lo siento” por cumplir.
Burlémonos del mundo, que pretende que muramos en vida.
Riamos, gritemos, saltemos.
Nuestra venganza será la carcajada más alta jamás proferida.
Cesemos el temor que nos infunde el entorno, que nos hiere y encadena a la desdicha.
Sintámonos libres e imparables.
Seamos viento.

domingo, 17 de enero de 2016

Otro día más.

Amanecía en la casa de verano. Los rayos del sol se colaban por las ventanas del hogar, otorgándome un clima idóneo con el cual poder hacer infinidad de planes sin posibilidad de aplazamiento. En definitiva, parecía el comienzo de un buen día en el que sonreír sin dificultad.
Sin embargo, mi cerebro me decía que no me dejara engañar, que iba a suceder lo mismo que todos los días de este largo y tedioso mes de octubre. Otro día sola, sin nadie con quien charlar, con quien reír o soñar, con quien combatir contra los pesares interiores. Esos que nos destrozan el alma, que nos empujan hacia la desgracia más desoladora de todas. La pérdida constante de alegría. “Al menos si permanezco dentro de la cama me sentiré segura” me dije, mientras estiraba las sábanas todo lo que su frágil tela me lo permitía.
Llevaba así más de una semana, o quizá dos, pero qué más daba... Total... Sabía que si por mi sangre comenzasen a correr ganas de vivir, y me dispusiera a ello, la realidad me daría una coz en la cara, que a su vez me haría caer nuevamente sobre el césped de este maravilloso paraíso llamado “cama”. Un lugar en el cual con cerrar los ojos y darle rienda suelta a mi imaginación, podré ser todo lo que quiera, sin barreras que traspasar, ni cadenas que aflojar.
Libre, como el canto de alguien a quien ni hablar le dejan.
Como un hombre que no teme a la muerte.

sábado, 16 de enero de 2016

Sólo eres.

Sólo soy una zorra, dirías tú, al verme amar a otro ser con el que no mantengo una relación de noviazgo siquiera. Sin pensar en lo estúpido que resulta el necesitar una etiqueta de “novios” para querernos,o simplente follar sin amor, porque nos apetece, y ya que nuestros cuerpos son nuestros, haremos lo que nos plazca con ellos.
Hablarías de la dignidad de la que carezco por mostrar mi cuerpo más de lo “políticamente correcto”, sin tener en cuenta que sólo se trata de un cuerpo desnudo, y que nadie nace vestido. Estando desnudos, se pueden llegar a realizar las acciones más hermosas existentes, como concebir una vida.
Me llamas marimacho por vestir ropas sueltas y no maquillarme, y pija si me arreglo demasiado porque me gusta verme bonita. Verme, que no que me vean. Se tiende a pensar que te vistes de determinada manera para gustarle al mundo, y no para agradarte a ti misma.
Si no ligo nada soy una estrecha, y si lo hago con demasiada frecuencia una ligera de cascos. 
Si estoy gorda “deberías hacer dieta”, si estoy delgada “a ver si comes más, que te lleva el viento”.
“Las mujeres reales tienen curvas” Mujeres reales somos todas, no nos metamorfoseamos en otro ser cuando nuestro peso varía.
NI TÚ, NI NADIE, ERES QUIEN PARA DECIRNOS CÓMO DEBEMOS SER.

Carencia de todo.

Estoy harta de los corazones insensibles y de las mentes vacías, de las lágrimas por compromiso y los “te quiero” falsos.

Corazón mudo.

La frescura de la noche se adhería a mi, como quien siendo lluvia acude a las cálidas llamas de tus mejillas. Ambular por los amplios senderos del lugar se me antojaba entretenido, a la par que un momento excepcional en el cual meditar respecto a los acontecimientos de la noche pasada.
Cuán maravilloso fue el hallarte entre aquella multitud ruidosa de conversaciones vacías y expectativas insulsas.
Tú caminabas sola, brillando como la más hermosa de las constelaciones. 
Una oveja negra entre el blanco rebaño. Una mariposa sobrevolando un campo en ruinas. Unos versos de Neruda detectados en una majestuosa biblioteca incendiada por la mano del hombre, eso eras tú.
Vestías un vestido rojo, rojo como el carmín que empleas para sentire bonita.
El sonido de tus pasos era la mejor melodía que podía percibir entonces.
No podía dejar de mirarte e imaginar lo magnífico que sería enredar mis dedos entre las ondas de tu larga y sedosa melena, acariciar tu suave rostro y decirte lo preciosa que estabas, aunque en verdad siempre lo estás.
Esa noche me había propuesto aproximarme a ti, fingiendo no saber de tu persona e identidad, y quizá pedirte que bailases conmigo al son de la música de piano que sonaba en la sala. Pero soy tan sumamente cobarde, que preferí quedarme en un rincón aislado del lugar, como siempre, vislumbrando al ser más maravilloso de este y otros mundos, y soñando con nuestra vida futura, puede que no en esta, pero quizá si en otra.